Una de mis amigas de universidad siempre me decía la misma frase:
“las cosas pasan por algo” y yo siempre le decía que no necesariamente, que muchas veces las cosas pasaban y no era precisamente por algo. Pero a estas alturas del partido le estoy empezando a creer un poco. Quizás siempre tuvo razón la Kelly, sólo que recién ahora me doy cuenta.
Hoy conversé con una chica en el café. Es mi compañera de trabajo, garzoneamos juntas, nos repartimos las propinas y luego nos vamos juntas al parque a mirar ropa usada. Ella es de esas personas calladas y quietas que te dan esa sensación de tranquilidad absoluta. Tiene la voz insoportablemente tierna y todos la quieren más que nada, por amorosa. Yo también la quise. Y ella me quiso a mí también, porque cuando le dije que acababa de terminar una relación dolorosa me llenó de preguntas y como ya soy vieja en estas cosas y tengo algo de experiencia, a la tercera pregunta me di cuenta que mi historia la identificaba.
Entonces me contó que hacía un año y medio mantenía una relación con un hombre y que éste nunca la había presentado en público. Me acordé del libro
“Sex and the city” -todas deberían leer ese libro- donde se habla de los hombres que mantienen novias ocultas y comprobé, con total seguridad, que ese tipo de hombres existen, son los
hombres ocultadores-de-relaciones, hombres que mantienen una pareja totalmente aparte de su círculo social y no le presentan jamás a los amigos, compañeros ni mucho menos a los padres. Son hombres que llevan una doble vida y se excusan en mil razones poco válidas para ocultarle al mundo que están comprometidos. No son invención mía ni de un libro que en Buenos Aires la gente respeta más que a la Biblia. Existen, y yo estuve con uno de ellos. Me dijo esta chica que una vez le encontró a su novio un mensaje raro en su celular. Él se había excusado con que era una prima
–una peculiar prima que lo trataba de "mi amor"-, y ella, de puro enamorada, quiso creerle. Pero cuando me escuchó hablando, contándole que hace poco terminé una relación con un hombre que nunca me presentó a nadie, al que finalmente desenmascaré siguiendo mi
increíblemente sabio sexto sentido, se dio cuenta que algo andaba mal en su relación. Ella, tan tierna y llena de bondad había aguantado silenciosamente y sin chistar durante año y medio que el hijo de puta de su novio no le presentara a nadie y eso sencillamente me llenó de rabia. Sí, me vi absolutamente reflejada en ella, yo también aguanté, pero no muy silenciosamente sino que más bien reclamé, rabié, pataleé, trampeé, indagué y aceché hasta que finalmente descubrí la verdad.
Quizás es malo ser desconfiada e incrédula de los hombres, pero en verdad creo que esa pobre niña necesitaba un consejo mío. No pudo encontrar a nadie más indicado en el mundo para hablar del asunto. Si hay alguien que sabe de
hombres mentirosos-ocultadores-de-relaciones, soy yo. Así que le dije que simplemente lo pusiera entre la espada y la pared. Si te quiere, va a tener que ceder y gritar a los 4 vientos que eres su pareja o sino, es porque simplemente oculta algo muy grande y tú tienes derecho a saberlo. Sonó su celular y era su novio. La oí hablando amorosamente mientras caminamos un buen rato. Cuando cortó dijo Carola, me hiciste dudar, voy a tener que aplicar presión. Lo siento pero no pude evitar sentirme decididamente orgullosa. Quizás sea la culpable de destruir una relación, pero me quedaré con la satisfacción de que iluminé el camino de una mujer inocente y dificulté el de un maldito mentiroso. Si
Amelié Poulain luchó por convertirse en la vengadora del bien entonces yo también puedo hacer lo mismo.
Nos despedimos acordando juntarnos el próximo fin de semana para hablar y tomarnos un café. El plan lo pondría en marcha de inmediato y esta semana el susodicho sería puesto en serios aprietos. Cuando nos separamos bajé las escaleras del metro sintiéndome extrañamente contenta. La idea de desenmascarar a un maldito ocultador-de-relaciones me llenó de satisfacción. Si efectivamente él es un maricón, ella va a sufrir, va a maldecir y a llorar tal vez igual como lo hice yo, pero finalmente es lo mejor, porque nadie merece que le mientan, porque creo inconcebible que existan inescrupulosos que se aprovechen del amor de sus parejas para jugar con ellas. No es justo que te aparten de sus vidas, que te muestren su mundo a medias cuando tú les has amado de verdad. Finalmente siempre va a llegar el momento en el que una se da cuenta que no merece eso.
Que el amor no es así!. Y si ese momento tarda entonces siempre habrá una Amelié Poulain de las relaciones dispuesta a ofrecerte una mano.
Por eso me acordé de la Kelly y sus sabias palabras. Las cosas siempre pasan por algo. Quizás la vida me permitió conocer y enamorarme de un mentiroso-ocultador-de-relaciones para aprender de ellos y no volver a caer en lo mismo, para ayudar a que otras mujeres que estén pasando por lo mismo se den cuenta de las mierdas de hombres que posiblemente tengan a su lado y no sufran lo mismo que sufrí yo. Quien sabe, la vida es sabia y
todo puede pasar por algo…