
Avanzábamos a unos 100 km/h por la carretera hacia el sur, alejándonos de Santiago. Era un bus de dos pisos e íbamos en los primeros asientos del segundo piso mirando la carretera abriéndose justo frente a nosotros, viendo la oscuridad huyendo de los focos del bus mientras hablábamos de nuestras vidas. Creo que fue la única vez que fue sincero. Llevábamos los pies entrelazados junto a la ventana. Yo miraba la carretera y las líneas blancas que iban metiéndose traviesas bajo el bus. Era tarde y los demás pasajeros dormían. Él se acomodó en su asiento y se puso los audífonos, dijo que dormiría un poco. Yo hice lo mismo, corrí las cortinas de la ventana y miré el paisaje negro pasar a 100 km/h a través del vidrio. Puse Hold Thight London de Chemical Brothers en el pendrive y el efecto anestesiante me recorrió en seguida los nervios del cuerpo mientras la femenina voz quieta y lejana decía Don’t worry, nothing can go wrong y yo recordaba todo lo que había pasado en Santiago antes de viajar, todo lo malo que suele suceder antes de algo bueno y pensaba en cuánto merecía esto, miraba la carretera y los focos de los autos y una sensación increíble de felicidad se apoderó de mí, vibrante y casi explosiva, “nada puede salir mal” decía la canción y yo sonreía en silencio apoyando la frente en el vidrio helado de la ventana del bus, era como salir corriendo de un edificio en llamas –nunca he escapado de un edificio en llamas pero supongo que debe sentirse así- y lo miré, tenía los ojos cerrados y los audífonos metidos en las orejas, su cabeza estaba ladeada a la izquierda levemente y tenía una expresión de satisfacción. Sí, él también merecía ese viaje supongo. Me acomodé en el asiento, estaba dispuesta a besarlo. Quizás estaba durmiendo pero lo más probable era que no. Me acerqué lo suficiente como para sentir el olor de su piel. El olor del jabón que compraba su madre mezclado con ese olor suyo que no puedo explicar. El olor que me volvía loca. Me quedé allí un par de segundos mirando las líneas de su piel junto a la boca, pero tuve miedo y retrocedí. Toqué suavemente sus manos pero no respondió. Estaba dormido supongo, o fingía estarlo. Volví a mi asiento y seguí mirando la carretera mostrándose sutilmente en la oscuridad mientras se acababa la canción y yo me acomodaba tímidamente sobre su hombro derecho. Seguíamos siendo sólo amigos, pero no importaba, era feliz, nothing can go wrong…
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