27 de febrero de 2011

Terremoto


27 de febrero, 2010. Mil historias, todas buenas, todas terribles, algunas demasiado, otras –las santiaguinas sobre todo- entretenidísimas. He escuchado de todo. Todas me gustan, ese tema quedó como el favorito de muchos supongo. Hablar del terremoto y de dónde lo viviste fue el tema del momento durante mucho. Incluso ahora que ya ha pasado tiempo, conoces a alguien y llegas al tema del terremoto igual. Nadie parece cansado del tema, ni de contar lo que hacía cuando todo empezó a moverse. Contarlo mil veces, a todas las personas que conoces, una y otra vez. Incluso contarlo más de una vez a la misma persona.

A mí no me pasó nada. A nadie de mi familia le pasó algo, ni mi casa sufrió algún daño. Nada. Pero de todas formas la sufrí igual. Las únicas palabras que pasaban por mi mente eran: apocalipsis, fin de mundo, arrebatamiento, juicio final y adiós. Yo pensé que era el fin. Pensé que todos íbamos a morir y ni siquiera atiné a arrepentirme en esos 2 minutos y medio. No. Lo único que pensé en salvar fue a mi gato. Después –cuando mi gato no quiso ser salvado- mi vida. Sólo mi vida. Jamás pensé en la tele ni en nada de valor, que se caiga todo, yo me salvo. No entiendo cómo hubo gente que se quedó afirmando sus cosas. Mi ship de supervivencia sólo emite la orden de huir, nada más. Intenté salvar a mi gato pero estaba vuelto loco. Ambos estábamos temiendo por nuestras respectivas vidas y eso hacía el asunto más melodramático. Yo no quería soltarlo y él quería salvarse solo. Tuve que dejarlo ir, verlo correr hacia el pasillo donde todas las cosas se estrellaban contra el suelo, en la oscuridad. Fue como en “La guerra de los mundos” cuando Tom Cruise debe dejar ir a su hijo a la guerra contra los extraterrestres. Corrí al umbral con mi mamá y me quedé allí, viendo las luces en el cielo, a mi papá tambaleándose en el jardín tratando de llegar a la reja de la casa. Pensé que nunca acabaría. Yo pensaba –y de verdad que lo pensaba- que el mundo había llegado a su fin.

Hoy se cumple un año, la tele muestra una y otra vez la conmemoración de un año de la tragedia, muestran historias de damnificados y paisajes llenos de destrucción. A algo hay que recurrir cuando el tema de los mineros dejó de vender y ya nadie recuerda el incendio de la cárcel de San Miguel. Yo me acuerdo del terremoto y me da miedo. Hoy en día ya no siento ningún sismo, creo que mi umbral de percepción quedó sobre los 6 grados, pero acordarme del ruido, de ese sonido gutural que venía desde el mismísimo infierno, es algo que nunca dejará de intimidarme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

; )

inos!