20 de julio de 2010

Crecer



Es raro crecer, definitivamente es raro aunque crecí hace rato y hace rato que me resigné a ser parte del terrorífico grupo llamado “adulto joven” ese del que yo me burlaba de niña cuando escuchaba –por error- la radio Universo, que se refería a sí misma como la radio del adulto joven y tocaban –según yo en ese tiempo- pura música vejete y fome del año de la pera. Pues bien, soy adulta joven hace un tiempo ya y sigo sintiéndome rara. A veces uno piensa que la vida siempre va a ser igual, que siempre tendrás los mismos amigos y el momento en el que te encuentras es eterno, infinito, y te despreocupas, te ciegas o quieres cegarte para no pensar en que más adelante hay demasiados cambios abrumadores.


Y aquí estoy frente a un cambio abrumador: mi mejor amiga de la vida, se casa. Así es, entré a esa tenebrosa edad en la que tus amigos empiezan a casarse. Y claro, el cambio más abrumador se lo lleva ella, que se convertirá en una mujer casada, pero ¿y yo que soy su amiga? ¿Y todos los que somos sus amigos? Adiós vida y carretes como los conocíamos, esas tardes viendo tele comiendo en la cama encañadas hablando de hombres, pelando de lo lindo y sin escrúpulos, los detalles escabrosos que no queríamos saber pero que preguntábamos igual, esas juntas de niñas donde pasábamos tomando y hablando de todas las historias amorosas de cada una cuando los hombres eran meras entretenciones y los pelábamos y nadie se reservaba nada porque la fidelidad era entre nosotras y no con la pareja –porque era temporal y a fin de cuentas, “el enemigo”- y los jugos en los carretes de compañeros, las idas al Bal-le-duc –impensables ahora que su futuro marido odia siquiera esa palabra- los paseos por Lastarria lloriqueando por un futuro mejor pero burlándonos al mismo tiempo de nosotras mismas y nuestra estupidez, las juntas a comer pizza y las disputas por el trozo más grande… tantas cosas que se van quedando atrás y miras el futuro y sabes que ya no va a volver todo eso y la nostalgia es la inevitable compañera en ese momento en que piensas lo raro que es crecer y lo poco preparado que siempre estás para enfrentar cambios como éstos.


Es lindo pensar que quizás su vida recién empieza y que será feliz y que ya no verá a los hombres –o su hombre- como enemigos y todo eso, pero es difícil imaginarse el futuro sin ella. Y no es que se muera por estar casada, pero como si no fuera suficientemente terrible que se case y que deje de pertenecer al club, se va a Francia a vivir con su marido. La envidio, si yo estuviera en su pellejo me casaba hoy mismo y me iba a vivir a París a pasear por las calles y a comprarme ropa linda, pero yo soy la amiga soltera que se queda en Chile sin ella y sigue su vida errante con una amiga menos y varios recuerdos qué extrañar… es raro, pero más que nada es difícil crecer y yo que soy una cobarde, estoy llena de temores. La vida debería ser siempre igual, quedarse estancada en los buenos momentos, pero uno crece y tiene que dejarlos ir. Así es la vida, así es crecer.

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