28 de abril de 2008

Frío


No puedo. Hay cosas que a veces uno piensa y cree y se aferra a ellas y las hace suyas como si se pudiera hacer eso y entonces de un momento a otro, cuando llueve a veces, o cuando simplemente no pasa nada, te das cuenta que no puedes. Que hay cosas que nunca vas a creer. Cosas que nunca vas a entender lo suficiente porque quizás es más fácil seguir en la ignorancia, seguir sin entender nada.
No sé muy bien a qué me refiero. Tampoco sé si lo ignoro del todo o lo sospecho. Más bien creo que lo sospecho. Hace frío y el frío me hace pensar estas cosas. De vez en cuando me hace pensar que no veo nada ni a nadie. Otras pienso que nada me resulta cierto. Nada ni nadie. Por eso no me gusta el invierno. Menos el frío. Por eso prefiero la soledad en el invierno.

15 de abril de 2008

The radio dept. Pulling our weight

La banda sonora de mis días de otoño...
y de los fríos días que se vienen



In time we might walk the straight line
But with memories of a grapevine
A guitar, as we came close from far
Forgot about the war
We barely touched
As if being watched

And even in time
We’ll give in to crime
We’ll be on the line
Pulling our weight

Many miles from where I’m sleeping
You share laughter in the evening
As do I, in the great divine
Yours is mine
We’ll find love
The kind we’re dreaming of

And even in time
We’ll give in to crime
We’ll be on the line
Pulling our weight

14 de abril de 2008

Destino


Me gusta pensar en los antojos del destino, en esas milésimas de segundos que pueden transformar todo lo que creías predispuesto a vivir. Me gusta pensar en eso y preguntarme ¿qué hubiese pasado si yo no hubiese llevado mi pendrive con el “In rainbows” en él?¿si hubiese conseguido un asiento en la micro?, ¿si él hubiese ido hablando con sus amigos?,¿si no se hubiese subido a la micro la señora que me apretaba incómodamente?. Bueno, sin el “In rainbows” no hubiese pensado tantas cosas inciertas. Me hubiese ido sentada en la micro mirando hacia fuera. Si la señora no me hubiese incomodado entonces me quedaba en mi lugar todo el viaje hasta bajarme en mi casa. Nunca nos hubiésemos conocido.

Pero el destino tiene sus afanes y uno no lo nota hasta que te das cuenta que sin esa cadena de insignificantes trivialidades tu vida seguiría siendo igual que siempre. Pero no había un asiento en la micro y el “In rainbows” sonaba en mis orejas mientras él estaba solo y yo estaba siendo víctima de una señora gorda que se caía sobre mí en cada frenada, obligándome a buscar otro lugar en la micro donde estar, otro lugar que resultó ser justo a su lado.

Y ahí estoy yo, en un lugar que no había estado nunca, urdiendo cosas desconocidas en lo absoluto. Todo porque se me ocurrió irme sola una noche después de muchas cervezas y música y caminar hasta el paradero justo a esa hora y escuchar “Reckoner” en el pendrive mientras los borrachos de la micro conformaban algo así como las imágenes de la banda sonora de mi vida y yo pensaba en él y me preguntaba si estaría pensando lo mismo que yo, si estaría dispuesto a hablar conmigo antes que la micro llegara a mi casa y yo tuviera que bajarme.

Sí, me gustan los antojos del destino, esas trivialidades que transforman tu vida, y que después de una bonita historia y un beso en algún rincón de Santiago, no terminas de agradecer.