Desperté y mi pieza estaba clara. No había ruidos en el ambiente porque es domingo y me senté en el borde de la cama con el pelo revuelto y sin ganas de ponerme de pie. Una de esas mañanas en que sientes que nada vale la pena, que desearías quedarte escondida debajo de las sábanas y pasar así una vida entera. Ya nada tenía sentido, Battlestar Galactica, había terminado para mí. Y es que estos últimos tres meses me había sumergido en esa serie imposibilitándome ver cualquier otra cosa, cualquier película o cualquier otra serie, porque simplemente me envicié. Porque cada vez que llegaba cansada del trabajo me encerraba en mi pieza y pensaba en cuál sería el mejor premio que podía darme por haber cumplido un día de obligaciones, y por supuesto, Battlestar Galactica siempre fue la recompensa, siempre fue la golosina envidiable que quería abrazar cada noche al llegar a casa.
Y anoche, tras haber pasado 2 semanas sin verla por la absurda razón de no querer ver el final para que nunca se acabara, me instalé en mi pieza, con mi hermano y un par de golosinas, y enfrenté mi innegable destino. Tenía que ver el final, tenía que ver si la última flota de seres humanos del universo llegaba finalmente a cumplir el plan de Dios. Mierda, si existe un final bueno en este mundo para una serie, es el final de Battlestar Galactica. Y creo, que de todas las series que he visto, ésta, es innegablemente la mejor -que me perdonen Sex and the City y Lost, pero no puedo evitarlo-, nunca me encariñé antes tanto con los personajes, y con tantos personajes, nunca amé tanto a otro como a Starbuck, la chica ruda y alcohólica llena mañas y de problemas existenciales que se comía a los más ricos de los últimos hombres en el universo mientras hacía lo que quería porque era la mejor, y yo, de todos los personajes favoritos de mi vida, desearía indiscutiblemente ser como ella.
Es que aún no supero las escenas finales, la explicación final de todo, cuando te das cuenta que todos somos hijos de cylons y que nuestros antepasados vinieron del espacio, descendientes de las 12 colonias en el cielo. Fue demasiado para mí. Ya me habían advertido que el final era un shock emocional insuperable, y a pesar de que ya tenía la sospecha de todo esto, me impactó igual.