Es que no me pueden hacer ver esta película sola para luego no tener con quién comentarla y guardarme todo el sufrimiento que se me vino encima de un momento a otro y tener que quedarme callada, así, tragándome en silencio todo lo terrible que significó ese final de mierda que –aunque bueno hasta lo insuperable- simple y llanamente, me mató. Y no en el buen sentido, me mató de verdad. Como si me lo hubiesen hecho a mí. Como si abrieran una herida gigante y me dejaran desangrando ahí mismo, en la nieve, con el fondo blanco y el cielo negro. Me mataron.
Pero en fin, la película es buenísima. Lo mejor que he visto este último tiempo –uno siempre dice eso aunque ni siquiera dimensione cuál es ese “último tiempo”-. Primero uno cree que es algo así como una historia de amor, entre humanos y vampiros –sí, como esa mierda de “Crepúsculo” pero infinitamente menos mamona- donde Oskar, el niño con la cara más tierna sobre la faz de la tierra, conoce a una chica, Eli, en el patio de los departamentos en donde vive. Primero te deprime esa atmósfera fría y minimalista de cielo negro, nieve y paredes de ladrillo como único escenario –un escenario maravilloso y absolutamente perfecto- donde Oskar suele pasar el tiempo para no estar en su casa, para no tener que ver tele con su mamá, para descargar la rabia que siente por estar solo, por tener enemigos en la escuela que lo atormentan, y entonces conoce a esta chica, que se viste horrible, pero a él le gusta, y entonces empiezan una amistad tan tierna que sientes ganas de ser niño otra vez y estar ahí, una noche acostados en la cama sin saber qué hacer, sin hacer nada en realidad, pasando esas tardes negras con alguien que se siente tan solo como tú. Y hasta ahí llega mi percepción romántica, quizás soy pesimista por naturaleza o simplemente la vida me ha demostrado que el amor es bastante esquivo en la vida real, pero la cosa es que todo lo tierno que tiene esta película al final es lo que más te mata la fe en el amor. Si quedé esperanzada creyendo en el amor después de Slumdog Millionaire, ahora mis creencias están preocupantemente debilitadas.
Es que al final, recién en la escena final, puedes darle una explicación coherente al enigma de quién era ese asesino que iba matando gente por la vida, y es que si lo encontraste repugnante, si pensaste que era un viejo asqueroso que bordeaba en lo pederastas, te das cuenta de que siempre estuviste equivocada(o), que su alma era dulce y su amor añejo e inconmensurable y entonces te das cuenta que su historia era horrible y que no merecía nada de lo que le pasó, como no lo merecería Oskar!...
Definitivamente, me dejó mal. Es que hay personajes con los que uno se encariña y no quieres que terminen mal, y Oskar es decididamente uno de esos personajes que desearías proteger. Pero la vida es injusta, el amor es una mierda y sólo cuando aparecen los créditos notas todo esto, aunque no sé si todos interpretaron lo mismo que yo en esa inocentona escena en el tren, o sólo me imaginé cuál era el futuro de Oskar porque soy una pesimista crónica. No sé. Amo esos finales en los que deseas golpearte la cabeza contra la pared, que te dejen una marca y no puedas dejar de pensar en ella en los siguientes tres días, pero de que igual te mata, te mata. Y es terrible.