Jamal Malik está a sólo una pregunta de ganar 20 millones de rupias. ¿Cómo lo hizo?
- hizo trampa
- Tuvo suerte
- Es un genio
- Está escrito
Cuando vi esta película, mi casa estaba llena de adolescentes entusiastas de la cerveza y el pisco –más bien todo lo que embriague- y el ruido comenzaba a ser cada vez más fuerte. Yo, como una vil abuela despojada de su juventud, me encerré en la pieza mientras mi hermano menor hacía el carrete más grande de su vida. Encerrada en la pieza un sábado en la noche, no tuve muchas opciones, y ver una película era lo único digno que podía hacer. Elegí Slumdog Millionaire porque tenía ganas de verla, porque era mi resiente adquisición y porque uno finalmente sabe que Danny Boyle nunca va a decepcionar a nadie. La película me impactó. Me llevó por todos los estados de ánimo existentes en el ser humano y finalmente terminé viendo los créditos riéndome por lo feliz que fui viéndola y por lo estúpida que me sentía al seguir llorando después de que se había acabado. Creo que si no es mi película favorita ahora, es sin duda una de ellas.
Puedo decir que la puesta en escena es maravillosa, que la narración es por completo abrasadora y que la fotografía es perfectamente bella –demás está decir que la banda sonora es preciosa y digna de ser llevada en el pendrive todos los días-, y todo sería cierto, pero lo que me enamoró por completo fue la historia, y más aún, el desenlace. Sé que éste puede ser tildado de cliché y de predecible, pero en ningún caso tales acusaciones son dignas de algún valor, o al menos para mí, que necesitaba -y por Dios que lo necesitaba- un final así.
Y tengo que decir que la escena final me mató. Jamal corriendo entre los trenes mientras las escenas de su vida pasan rápidamente en flashbacks para llegar al único beso que tiene la película que se plasma en la pantalla mientras te revelan la respuesta a la pregunta que sin haberle prestado mayor atención, habían hecho al inicio de la película. Necesito confesar que cuando salió la opción D, exploté en llanto y en risas y me quedé frente a la pantalla con una sonrisa que debo haber llevado horas. Nunca un final, me había hecho tan feliz.
Aunque todo sea irreal, aunque no existan hombres tan buenos, ni tanta suerte o tanta perseverancia, esta vez fui feliz y terminé, a duras penas y una vez más, creyendo en el amor. La esperanza es lo último que se pierde dicen, yo la pierdo muy fácilmente, pero existen películas como ésta, que irremediablemente te ayudan a recuperarla...